Han pasado ya 37 años desde la Guerra de Malvinas, que más allá de haber sido declarada por militares que por entonces usurpaban el poder en la Argentina, dejó huellas indelebles de verdaderos héroes que lucharon en las trincheras, en las aguas y en el aire.
Héroes que volvieron y héroes que dejaron su vida en esas heladas latitudes.
La Asociación Empleados de Comercio de Rosario quiere rendir un fervoroso homenaje a los soldados, suboficiales y oficiales que participaron en esa contienda bélica, centrándose en un caso emblemático donde tuvo intervención directa un aviador rosarino, el primer teniente José Daniel Vázquez, en una acción contra la por entonces nave insignia de Inglaterra, el portaaviones “Invencible”, y en la cual perdió la vida.

El día anterior al ataque al portaaviones, citan a los jefes de las distintas escuadrillas (se integran con cuatro aviones). Le informan sobre la misión contra el “Invencible”, tras lo cual se ofrecen voluntariamente los tenientes Ernesto Ureta y José Daniel Vázquez. Este último, llama por teléfono esa noche a su esposa, que está en Mendoza.

Pregunta por su hijo, nacido pocos días antes. Luego hablan de otros temas y nada dice a su mujer sobre la misión que está por cumplir. Ella no puede saber en ese instante que sería la última vez que escuche su voz. Ureta y Vázquez designaron a sus numerales: Castillo e Isaac, el más joven.

La misión

La misión la emprenden dos aviones Super Etendar de la Aviación Naval, con el capitán de corbeta Alejandro Francisco y el teniente de navío Luis Collavino y cuatro cazabombarderos A-4C de la Fuerza Aérea Argentina, tripulados por los primeros tenientes José Daniel Vázquez, Omar Jesús Castillo y Ernesto Rubén Ureta, y el alférez Gerardo Guillermo Isaac, que se reabastecieron tres veces en pleno vuelo en su marcha hacia el sudeste de las Islas Malvinas. A partir de allí comienzan a descender para cumplir el último tramo, en vuelo rasante de aproximación. Luego del lanzamiento del último Exocet naval argentino, disparado por uno de los Super Etendar, los pilotos siguen la estela del misil. El otro avión Super Etendar ejercía las funciones de radar. Estos aviones, una vez cumplida su parte del objetivo, regresan al continente.
Los dos 4-AC Shyhawk de Vázquez y Castillo fueron derribados en el ataque, cuando atravesaban la línea del portaaviones, que soportará el impacto del Exocet y de varias bombas de 250 kgs, lanzadas por los dos aviadores sobrevivientes de la Fuerza Aérea Argentina, Ureta e Isaac.

Testimonios

Uno de los testimonios de ese hecho, el de Isaac, es tan revelador como impactante: “Sólo quedábamos dos. Yo ataco desde la popa, casi a la altura de la cubierta y cuando estoy ya muy cerca viro a la derecha. Veo a mi compañero que dispara a estribor y sobrevuela el portaaviones rozando la arboladura. Hay un gran incendió en la nave. En realidad no sé si me están disparando o no, si hay fragatas cerca o si me han tocado. Sé que hemos dado en el blanco. Busco con la mirada el otro A-4C pero no está por ninguna parte. Ahora me siento un poco sólo. También recuerdo que tengo mucho calor. En ese momento veo un punto en el aire delante de mí, me alarmo, puede ser un Harrier. La máquina se va agrandando. Yo estoy muy cerca cuando me percato que se trata de mi compañero. ¬No lo derribaron!”.
Otro relato, el del vicecomodoro Luis Litrenta, destaca la pericia y la valentía de quienes piloteaban los Super Etendar, el valor de los pilotos de los A-4C, y de los Hércules K-C 130, sin cuya participación la misión hubiese sido imposible.
“En todas las misiones de reabastecimiento que habíamos realizados, desconocíamos qué blanco tenían asignados esos aguzados estiletes con una escarapela celeste y blanca, que venían veloces sobre el mar a succionar nuestro vital combustible, simplemente porque no influía en nuestra tarea. Cuando fui descifrando los renglones de mi hoja de misión, la emoción me invadió: una escuadrilla de A-4C, una sección de dos Super Etendar y silencio absoluto de radio durante toda la operación con una navegación de ida de 2.000 kilómetros por el sur de las Malvinas, sobrepasándose hacia el este 400 Km, con una navegación de vuelta en forma directa y a máxima velocidad, para reabastecer por tercera vez a los aviones que regresen del ataque al portaaviones”.
Sobre el final del operativo relató lo siguiente:
“Pregunté a mi tripulación si los veían. -Negativo-, me contestaron.
“No me animaba a preguntarles a los pilotos de A 4-C, pues tenía miedo a la respuesta.
“-Díganme muchachos si los dos que faltan pueden llegar aún.
“-No señor, no vendrán, los derribaron en la final de tiro al portaaviones.
“En mí chocaron sentimientos encontrados.
“-¬Final de tiro al portaaviones! y el no vendrán.
“Las ocho horas de vuelo, el tiempo malísimo al regreso eran secundarios, porque dos de nuestros Halcones habían sabido morir con honor”.
Uno de ellos, el Primer Teniente José Daniel Vázquez, de nuestra querida Rosario.

José Daniel Vázquez, aviador glorioso de nuestra ciudad, por siempre en nuestra memoria.

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