En su edición de este lunes 9 de enero, el diario La Capital publica una nota en su espacio de Sociedad, firmada por el periodista y conductor Carlos Mut.
Bajo el título de “El descanso hebdomadario ya es leyenda”, Mut historia sobre el descanso semanal, remitiéndose a Joaquín V. González, quien lo incluyó en su proyecto de Código de Trabajo y del cual posteriormente Alfredo Palacios extrajo lo referido al descanso hebdomadario y lo convirtió en ley.
Este es el texto completo de la nota de referencia:
“Todavía en este siglo se sigue discutiendo el descanso dominical con decenas de voces de todas las partes interesadas. Este descanso hebdomadario, que significa descanso semanal, pasó a ser leyenda ya que el historiador Oscar Ensinck hizo un pormenorizado estudio para la Sociedad de Historia de Rosario, hoy llamada Junta de Historia de Rosario, la que mantiene investigaciones con profesionales de fuste.
“Según Ensinck, el descanso dominical ha estado en práctica en nuestro país con características religiosas tanto en la época hispánica como después de la revolución de 1810, la que exhortaba que a la clase servil debía permitírsele el cumplimiento de oir misa. Claro está que ese asueto dominical como de otro día festivo era exclusivamente para asistir a misa y luego regresar al trabajo.
“El antecedente más antiguo data de una petición de empleados de comercio de Chascomús, quienes en 1855 dirigen una nota al gobierno de Buenos Aires solicitando no trabajar los domingos a la tarde.
“En 1901, el ministro del Interior, Joaquín V. González, presentó al Parlamento nacional un proyecto de Código de Trabajo que, entre otras consideraciones, contemplaba el descanso semanal.
“Del proyecto de Joaquín V. González, el diputado socialista Alfredo Palacios extrajo la parte referida al descanso hebdomadario y lo convirtió en la ley número 1661, en 1905.
“En Rosario, el antecedente más antiguo sobre el tema, según el historiador rosarino Ensinck, se encuentra en el reglamento de policía que dictó el alcalde mayor de la Villa del Rosario,
Tomás Martínez, en 1828, y decía ‘toda casa de trato de abasto deberá, por debajo de seis pesos de multa la primera vez y de 12 la segunda, cerrar sus puertas durante la misa mayor’.
“En octubre de 1887, a pedido de propietarios de tiendas y mercerías, el intendente municipal de Rosario resolvió que todos los domingos y días festivos del año esos negocios cerraran de las 11 hasta el día siguiente, y se estableció para los infractores una multa de 25 pesos.
“El Diario ‘El Municipio’ alentó una protesta calificando el decreto como absurdo dado que el intendente ‘desconoce hasta dónde alcanzan sus facultades y cuáles son sus límites’. Según el diario, ni el intendente ni el Concejo ‘pueden legislar cuestiones de esta naturaleza. Esta ligereza se debe a la falta de preparación que suelen distinguir a muchos funcionarios oficiales’.
“Merece destacarse que el Diario El Municipio, dirigido por Deolindo Muñoz, no se publicaba los lunes para dar día libre los domingos al personal de su imprenta. El mismo criterio siguió La Capital, ya que su director Carlos A. Lagos, a pedido de los tipógrafos, suspendió las ediciones de los lunes en octubre de 1892.
“Como el decreto no se cumplía totalmente, el intendente Floduardo Grandoli, en 1894 concreta una reunión en la que se resuelve, tras idas y vueltas, acatar la disposición municipal de manera completa, con excepción de confiterías, bares, cafés, boticas y cigarrerías. Y la leyenda continúa en este siglo XXI”.