Bajo el título “En nuestro Día, soñamos con una Patria que nos contenga a todos y todas”, la Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios (Faecys) emitió un comunicado para memorar el Día del Empleado de Comercio,

Recuerda nuestra Federación que tal celebración se originó hace 89 años, el 26 de septiembre de 1933, cuando el Congreso aprobaba la ley 11.729, merced a la lucha de los trabajadores mercantiles.

Esta norma instaura en nuestro país la indemnización por despido y las vacaciones pagas. “
El texto de la Faecys dice seguidamente:

Era otro país. Un país en el que se avizoraba un futuro complejo e inestable, política y económicamente. Un país a solo tres años del primer golpe de estado en Argentina, dando inicio a un círculo vicioso nefasto de golpes y elecciones.

Más allá de períodos en los que se elevó la calidad de vida de los trabajadores, con la idea fuerza de una Argentina justa, libre y soberana, no pudimos estabilizar la economía en forma definitiva, a pesar de las características de nuestro país, rico y con profesionales, clases medias y trabajadoras con un alto nivel de formación.

“Intentamos industrializar nuestro país y nos quedamos a mitad de camino. Nos fuimos encerrando en la búsqueda de culpas ajenas y divisiones irreconciliables, que nos alejaban de la posibilidad de una vida digna, duradera en el tiempo.

Recuperamos la democracia a un alto costo y la sostuvimos, no sin períodos de zozobra, política y económica. En los 90, un proceso de transformaciones nos incorporaba a la economía global sin red de contención social, lo que a la larga iba a eclosionar en la dolorosa crisis del 2001”.

Nuevo tiempo de esperanza

Señala luego que “nuevamente quedaron al desnudo los problemas estructurales de la economía argentina que se iban a trasladar hasta nuestros días. El estado, acompañado por la Iglesia argentina, los partidos políticos, los factores productivos y la sociedad toda, se cargó la crisis al hombro y un nuevo tiempo de esperanza comenzó a edificarse ayudado por una coyun­tura internacional favorable a nuestra estructura económica.

“Los signos negativos de las recurrentes crisis argentinas seguían y seguirían intactos hasta nuestros días, agravados. La política fue impactada por este cuadro de situación y el camino elegido fue la confrontación sin límites. La inflación, la informalidad y precariedad se enseñorearon del panorama social argentino. Se instalaron dicotomías y antinomias – que nosotros detectábamos, como mínimo, incómodas para el hombre y la mujer común. En este marco, la desazón y el hartazgo se han ido adueñando del humor social.
Viejos debates de la economía argentina son tironeados para un lado y para otro del espectro político. Como si no supiéramos que por ejemplo estado y mercado no son incom­patibles o que el campo y la industria se deben complementar e integrar entre sí.

En el presente

“El mundo actual, de pospandemia y guerra, de transiciones tecnológicas y climáticas, nos desafía.
¿Podemos asumir estos desafíos sin diálogo, sin acuerdos mínimos, sin concerta­ción social y política? ¿Estamos en condiciones de enfrentar estos desafíos, de reconstruir la esperanza sin sentarnos los actores sociales y los partidos políticos en una mesa común sobre la que volcar los temas centrales de la economía argentina, hasta lograr acuerdos de mínima que den respuesta y ejemplo al conjunto de la sociedad?

“Los argentinos y argentinas, verdaderos héroes de esta encrucijada, miran conster­nados las vicisitudes cotidianas de la política, sin acuerdos, sin debate serio, con ensañamientos personales y colectivos y sin llegar a fin de mes. Es normal en demo­cracia el respeto a la regla de las mayorías. No obstante, nada indica que, en situaciones de cris…